I
Nada de esta orilla ha quedado.
Relámpagos de tu boca a mi pija
de lluvia de tu vientre.
Nada ha quedado de esta orilla del pantano.
II
Nos cuidamos demasiado,
corrimos entre las calles oscuras
bebidos de la mano
dormimos bajo pequeños monumentos
y nuestro sueño era claro y conciso.
Cuando el mundo se repitió
nos reconocimos despiertos
ojerosos
el rostro tirado entre muecas.
Ligados en el vacío de nuestros genitales
como colibrí y mariposa
creció la lluvia
y el follar por miedo al olvido.
Nada ha quedado.
Como tantas veces.
III
Que se repita el mundo
como golpe seco
como eterno cansancio.
Que se rehagan los pantanos
mil veces mil.
Que sea la mano de cualquier dios
la que una nuestros cuerpos
fragmentados.
Marco Antonio Gabriel García.
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