Es ese último viaje
alienado.
Somos ternura de mares
tenemos una oruga que canta
libre en el pecho
un mono sabio rige nuestras vidas
y aún
nos da miedo ese último viaje
aliado del devenir
de la fruta picada
del animal muerto.
Nos hemos tensado de la cuerda
intentando caernos
con nuestros brazos fuertes
intentando caernos
con nuestras lágrimas congeladas
intentamos no caernos
con la amargura de siempre
la vuelta de reloj
y el invierno florido.
No hay nada que decir
los barcos parten
y las nubes son el espejo del viaje.
Nosotros somos arena finita
imaginando a un barco que parte
en un inmenso páramo de espejos.
Intentando caernos
la vida se nos revela en el rostro
como un último viaje
más profundo
y más ebrio.
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