Quién se atrevería
a jalarle la cola al perro,
tragar todas las pastillas del frasco azul
cuando la tristeza nos urge,
dejar una muerta abajo de la cama
por si la soledad,
salir apaleado
y una sonrisa sincera,
amar a la conocida.
Quién si no.
Ahora no me cuentes
que eres sucio sin desearlo
que la asesinaste
porque la amabas
que hablas demás
sin saberlo,
no me lo cuentes.
No me digas
que has sido apedreado
por ser un pendejo
no me cuentes
no le pintes lágrimas al payaso.
No me digas
que haces de este tu mundo
si no te atreves,
no me digas
que una violeta
subió por tu pecho
y una libélula se la llevó.
No me lo cuentes
no lo quiero saber.
No me digas
que lloras todas las noches
y que eres joven
triste y joven
que eres un camaleón sordo
cuando no te atreves.
Que más da
-no me lo digas
mañana estarás tirado
al lado del alguien
a quien la infinita lástima
le habrás despertado,
y le dirás
que es cierto
que tú estabas
que eras.
A mí no me lo cuentes
no te compro
tu risa de falso idiota.
Déjame vender por nada
el
quien se atreve
jalarle la cola al perro
sólo mirar a los ojos a una amante
ponerse el mejor traje
para bailar con los cerdos.
No me lo cuentes
estamos viviendo.
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