Estrella
Azul violeta
Atrapando estrellas
cuando eras más joven y más imgenuo, me gustaba esta canción.
Bitácora de textos de Marco Antonio Gabriel. No te equivoques, no es como lo pintan. Contacto: gens_sie@hotmail.com Comunidad: http://groups.msn.com/espejohumeante
Azul violeta
Plañideros llegamos hasta ti
A Fanny
por decirme que no era filosofía;
era úlcera
A veces me preocupa no soñar.
Tener los ojos abiertos
cuando la oscuridad
empieza, líquidamente, a absorber el día.
Me preocupa
que yo me encuentre
en esta silla,
mientras el sol se pone su manto oscuro,
que los automóviles
silben velozmente fuera de mi ventana
y en ese momento
yo esté recibiendo
a la oscuridad
como a un llanto de un lobezno.
Me preocupa
el tiempo sin sueños.
Ya sabes,
ese tiempo que se ha metido en una congeladora
y que se encuentra inerte
encarcelado
fijo
muerto desde su principal inmovilidad.
Me preocupan cosas elementales y simples:
mirar mis manos
y que ya no sean las mías,
mirar una partícula de polvo
sobrevolando la sombra y la luz que se arroja por la ventana.
Me preocupan cosas llanas,
vulgares,
tristes.
No mirar tu mano,
aquella que lo poseía todo,
aquella que el tiempo
volvía un mar nombrado,
aquella que significaba.
Tu mano
mixtura de todos los nombres
objeto inalcanzable.
Soy un escorpión
la punta de mi verga
está envenenada.
Has visto aquellas afiches
donde un escorpión
está poseyendo a una joven mujer
y abajo hay una leyenda que dice
<<¿Sabes con quién sueñas?>>
El sueño
soy yo
la mujer
podrías ser tú
o cualquiera.
Sin embargo hay algo que nunca cambia:
El lente
siempre observa las piernas
y el torso de la joven
el escorpión
con su cara monstruosa
está soñando
y sus lágrimas infectadas
no saben
que son el más claro ejemplo
de lo imposible.
Generalmente cuando estoy así, prefiero no pensar.
Yo nunca pienso, siempre estoy triste.
Deveras eres muy triste?
No lo sé, no tengo con qué comparar.
Debimos haber pensado en las bombas
los conflictos internos
la sangre corriendo entre el pueblo
cuando decidimos mudarnos lejos uno del otro.
Debimos pensar en las noches
en los diarios
en la subersión
esa tarde en que nos llevamos a nuestros vuelos
y que tú llorabas con las manos en tus maletas.
Debimos, no sé. Sudado más nuestros cuerpos
comprado más helados
y caminado más y más noches
sin que la distacia
apagara la luz de tu boca
y el calor de la mía
Las torres han caído