Entre todas las formas de tragarse un camaleón
hay tres en especial que me producen asco.
La primera es empezar por la cabeza sin masticarlo
mantenerlo cautivo tres meses
y al cuarto
soltarlo sin un rasguño siquiera.
La siguiente
es armar un rompecabezas con lo que queda de mundo
empezar por deglutir
todo lo bello y justo
encontrar un camaleón
y no saber qué hacer con él.
Meterlo a la boca
es cosa fácil
solamente se necesita
un espejo del tamaño del tragón
y no cortarse la boca.
La tercera
es tan espeluznantemente bella y ofensiva
que no la describiré,
baste con decir
que al final del fotograma
el camaleón es quien se chupa los dientes
y sin embargo
ha sido tragado.